Los tiempos que no he sabido vivir
regresan vestidos con los colores
opacos de las noches
pintadas con hollín.
Cuando mis manos palpan sus memorias,
quedan manchadas de negro carbón,
que mi presente acorta
henchido de dolor
por la deuda que tengo con mi ayer
y cuya luz me alumbra en este día
en que pretendo hacer
lo que antes no sabía...
regresan vestidos con los colores
opacos de las noches
pintadas con hollín.
Cuando mis manos palpan sus memorias,
quedan manchadas de negro carbón,
que mi presente acorta
henchido de dolor
por la deuda que tengo con mi ayer
y cuya luz me alumbra en este día
en que pretendo hacer
lo que antes no sabía...
Este es el poema inicial o temático del poemario número 7 que escribí, titulado Memorias de negro carbón, allá por septiembre de 1999.
Llevé a mis dos hijos al cine. Tenían respectivamente 13 y 9 años de edad. Entraron juntos y yo me quedé fuera, sentado en una Cafetería, escribiendo este poemario.
Está dedicado al mayor de ellos y su temática es compartir con él una reflexión acerca de que estaba viviendo y tenía que vivir los mismos problemas que a mí me habían asolado, y cómo yo veía que él podía superarlos con más facilidad que yo.
Así, el libro comienza con el poema que escribí en último lugar, un ver mis días discurrir bajo el yugo de lo que no supe vivir en su momento...
La foto que abre esta entrada está tomada, como tantas otras, en mi añorado y querido parque de Oromana, en Alcalá de Guadaíra, y es una de sus escaleras.
ResponderEliminarImaginaros: el parque discurre entre los pinares y el río, con una gran diferencia de metros entre los dos, por lo que casi todos sus caminos están empinados y puedes encontrarte un buen número de escaleras como esta.
Además de los recuerdos que obviamente son muchos, tienen un gran valor simbólico. y acompañando este poema y este poemario está claro: la conexión entre los tiempos que no supe vivir y aquellos en que tuve que pagar la deuda contraída con mi propia vida.