La imagen que precede a estas líneas es un cuadro de Maribel Sánchez Majano, una pintora de la que ya he tomado trabajos suyos en un par de entradas anteriores y la he elegido por la sensación de ruptura y de dolor que me transmite, las cuales están muy en consonancia con lo que el poema del qque aquí voy a compartir su comienzo quiere transmitir.
Siento tu dolor es su título y está situado como tema principal del poemario Memorias de negro carbón, una obra que escribví en apenas una semana de septiembre del 1999, aprovechando tiempos como el que duraba una película en el cine, mientras mis hijos la veían mientras yo, a partes iguales, tomaba cafés con hielo y escribía. Y está dedicado a mi hijo mayor, Jesús.
Dentro de Siento tu dolor, un título que define perfectamente el sentimiento que lo lena, estas son sus tres primeras estrofas:
Siento tu dolor, hijo,
prendido de mi sangre,
porque lo que de mí has heredado
reverdece en tu grito,
desgarrando tus carnes
con las cicatrices de mi pasado.
El bálsamo
del tiempo
me lo había
aliviado,
libre del
hechizo de la pasión
creía que
me hallaba;
pero con tu
dolor
se me aviva el
recuerdo
y alza la voz lo
que estaba callado
al fondo de
la estancia.
Siento tu dolor, hijo,
mirándome de frente,
preguntándome por qué razón debes
sufrir las consecuencias
de los errores que he cometido.
Sacar a la luz los viejos dolores, como ocurre con la pus, es curativo y este poemario tuvo realmente ese efecto, por lo que qiero cerrar estas líneas con una foto tomada en un lugar (una fuente, en un parque, en Sevilla) que me transmite sereenidad, algo que siempre deberíamos llevar con nosotros.
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