En abril de 1999 salió el primer número de la revista El Celador, en el que participé con dos poemas, uno de ellos, titulado Nuestro amor, estaba dedicado a mi esposa. Fue uno de los primeros que le compuse. Imposible ordenarlos todos cronológicamente, porque, por entonces, aún no tenía ordenador y, por tanto, el orden que mantenía en mis cosas era entre muy peculiar y escaso.
Esta revista, editada por la editorial Jamais (la misma que publicó Nuevos autores de la poesía española), alcanzó pocos números debido a la quiebra que sufrieron, pero tuvo su utilidad para muchos autores noveles.
Pero voy a centrarme en mi esposa y en algunos poemas a ella dedicados. En este ejemplar de El Celador incluí Nuestro Amor, que aquí recojo:
Es mucho más que todo eso.
Compartida en una noche clara,
Al crepitar del fuego
Prendido por el deseo;
Ni la eterna sed de la arcilla
-que no retiene el agua que da vida-
Siempre insatisfechos…
Es mucho más que eso.
Las húmedas arenas en verano
Y las hojas marchitas
En los opacos días;
Abrir sendas, entretejiendo pasos
Donde el caminante no ha llegado,
Subiendo las montañas,
Bajando las vaguadas…
Que es mucho más que eso.
Donde echamos cuanto tenemos,
Dejando que obre el fuego
Hasta que los dos sentimientos
Se tornen en un pensamiento
De deseado amor satisfecho.
Nuestro amor ya no es tan solo nuestro.
Fuera de esta revista, recogidos en un poemario titulado sencillamente A Carmen, se recogen otros cuantos, uno de los cuales es Con una palabra, escrito muy al comienzo de nuestra relación, y que pueden leer a continuación:
Puedo decirte tantas cosas
Con una palabra,
Que sus sílabas se trastocan
Conjugando las emociones
Que tu me despiertas;
Puedes decirme tantas cosas
Con una palabra,
Que mis latidos se dilatan
Para no perturbar tus labios
Mientras me hablas;
Puedes corresponder tantas cosas
Con una mirada,
Que más palabras
Ya no harían falta.
Y para terminar esta breve selección, el poema En ese lugar:
Articulando luz en las cascadas,
Se vierte en las palabras,
Dándole nacimiento
A la doble mirada;
En ese lugar,
Donde el límpido resplandor del cielo
Lleva a compás la luz de la alborada,
En ese lugar donde el pensamiento
Tiene la sangre clara,
Dándole nacimiento
La voz enamorada;
En ese lugar,
Cuando llegue el momento
De partir de esta casa,
Contigo quiero estar.
Los poemas a su esposa,son muy bonitos y si fuera yo,simplemente volvería a casarme...jaja
ResponderEliminar¡le comentaré lo que dices, a ver si se anima!
EliminarBellísimos los poemas dedicados a Carmen
ResponderEliminargracias.
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